Cuando una es hija única, la amistad es un valor que se aprende de chica. O se juega con los chicos del colegio, de la cuadra, del club, o hay que jugar sola. Claro que también aprendí y disfruté de mis momentos de soledad, pero la compañía de las amigas que recuerdo desde la infancia, va unido a la sensación de gran disfrute, de intensos momentos donde el tiempo no existe. Donde todo es presente, cada instante es imborrable. No dejo de reconocer que a veces envidiaba a los que tenían hermanitos, me daba cuenta que se trataba de un sentimiento inigualable, amor y odio, competencia y protección, todo junto. Pero a mí no me tocó, así que como todo chico hace, sencillamente ACEPTÉ mi realidad tal como era. Mis amigas fueron durante la escuela secundaria ese grupo indiferenciado donde se confundía mi yo con el del ellas. Era pensable siquiera, estar sola en esa etapa? ...