Se suele nombrar a Sigmund Freud
como el Padre de la Psicología Moderna.
Es muy agradable su lectura, aún para los que no se dedican a esta
actividad, porque su particular modo de escritura hace posible profundizar en
cada frase, y obtener un jugo nutritivo para los sedientos, pero también admite
dejarse llevar suavemente por un relato novelado, sobre el misterio del
psiquismo humano.
Leyendo la Autobiografía de Freud*,
encuentro que varias veces cambió sus hipótesis de trabajo e investigación por
diversas circunstancias. A mí me
interesa aprender a pensar como él pensó.
Hay algunos párrafos tan actuales,
que revelan por qué Freud es un referente, un hito en nuestra evolución como
humanos “civilizados”.
Freud era judío y esto lo
preocupaba. Cuando ingresó a la Facultad
de Medicina en 1873 esa condición le resultaba inquietante: “…Nunca
he podido comprender por qué habría de avergonzarme de mi origen…Pensé, en
efecto, que para un celoso trabajador siempre habría un lugar, por pequeño que
fuese, en las filas de la Humanidad laboriosa, aunque no se hallase integrado
en ninguno de los grupos nacionales. Pero estas primeras impresiones universitarias tuvieron la consecuencia
importantísima de acostumbrarme desde un principio a figurar en las filas de la
oposición y fuera de la <mayoría compacta>, dotándome de una cierta
independencia de juicio.” **
En esta primerísima indicación, ya
recibimos un aporte del gran Maestro, y es que la independencia de juicio suele
ubicar al que decide pensar por si mismo, en las filas de enfrente de la “mayoría
compacta”, un lugar generalmente incómodo.
Dedicado en sus inicios al estudio
del sistema nervioso desde su condición de médico, se dedicaba a las enfermedades
orgánicas de dicho sistema, pero su curiosidad no le permitió quedarse en los
laureles que ya comenzaba a recibir y se dirige entonces a París, -estaba
establecido en Viena- a la clínica de un afamado neurólogo de nombre Charcot,
con quien se contacta por la vía de un recurso muy relacionado a lo que luego
sería su gran desarrollo: el lenguaje.
Se ofrece como traductor de sus escritos del francés al alemán, idioma
que Freud dominaba.
Y al lado de Charcot, surge su
primer giro, y cambio de rumbo. Freud
queda impresionado con las investigaciones de Charcot sobre la histeria, “…De todo lo que vi al lado de Charcot, lo
que más me impresionó fueron sus últimas investigaciones sobre la histeria, una
parte de las cuales se desarrolló en mi presencia, o sea la demostración de la
autenticidad y normalidad de los fenómenos histéricos y de la frecuente
aparición de la histeria en sujetos masculinos…”
Al regresar a Viena, y exponer sus
observaciones choca con la resistencia de la Sociedad de Médicos. Estaban dispuestos a hacer lo necesario para
expulsar cualquier peligro de derrumbe de sus estructuras de conocimiento
establecidas. Freud recuerda el comentario
recibido de un viejo cirujano “…Pero ¿cómo
puede sostener tales disparates? Hysteron quiere decir <útero>. ¿Cómo pues, puede un hombre ser
histérico? Freud demuestra su teoría
con evidencias concretas, reales, a través de pacientes que expone a sus
colegas, pero ¿cuál se imaginan que fue la reacción de los hombres de ciencia? Sencillamente
se desinteresaron de la cuestión.
Aquello que contradecía sus
creencias, su supuesto conocimiento científico, fue rechazado. Y la consecuencia, tal como la expresa Freud
fue: “…me ví relegado a la oposición con mis opiniones sobre la histeria
masculina”
Ahora les pido que honestamente
consideren, imaginen un escenario,
alguien viene a decir aquello que contradice lo que están habituados a
escuchar, en cualquier área, cuál es su reacción? También lo hubieran echado a
Freud de la Sociedad de Médicos?
* Obras Completas de Sigmund Freud.
Tomo VII. Cap CXXXI “Autobiografía”
** Texto en negrita no está en el
texto original
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